Antes de empezar a narrar las muchas historias de combate, anécdotas, situaciones críticas y otras dramáticas. Debo abrir un paréntesis para contarles como fui a parar en las filas del ejército de Colombia.Transcurre el mes de mayo en Bogotá (Colombia), año 1991, me faltan escasos 4 meses para cumplir los 17 años. Pero gracias a un permiso del ministerio de trabajo y la recomendación de un viejo amigo de la familia, he logrado obtener mi primer empleo en una ferretería al otro extremo de la ciudad.
Es lunes 4 AM hace frio y mucha pereza, pero la idea de que el trabajo es el camino hacia mi independencia y una forma de ayudar a mi familia, es el resorte que me hace levantar, voy a la ducha, fría claro está, porque una ducha caliente es un lujo al que no tenemos acceso en mi familia, ahora un desayuno a toda prisa sin saber que esa prisa no me llevara al trabajo, sino a una cita con el destino, una cita que marcara y cambiara mi vida para siempre.
Salgo de casa y en la calle como fantasmas algunas sombras irreconocibles van apareciendo a través de la densa neblina, son trabajadores que se apresuran a sus trabajos.
El bus no tarda en pasar y una vez sentado en una silla del mismo, empiezo a tejer sueños en mi mente, soñando con ahorrar, estudiar, comprar una casa para mi familia y así dejar de pagar alquiler en fin, como todo ser humano soñando con un futuro mejor, pero lo que no se es que a la vuelta de la esquina el destino tiene preparada para mí una emboscada, mi futuro está a punto de morir y con el mis sueños. Una bala viene silbando pero yo no la escucho, es la bala que matara al adolecente que hoy soy y le dará vida a un soldado de Colombia, ya nunca regresare a casa, al menos no siendo lo que soy ni mucho menos lo que quería ser.
Una brusca parada del auto bus me regresa a la realidad, hay muchos soldados sobre la acera, la gente en el auto bus murmura pero yo no entiendo. Pronto un militar sube al auto bus y con voz de trueno nos indica que todos los hombres debemos bajar. Después de una requisa nos piden el documento de identidad, con el cual yo no cuento “nunca quise solicitar tarjeta de identidad (para menores), me dije a mi mismo que esperaría a ser mayor de edad para solicitar mi cedula”.
Ante esto el militar se dirigió a otro y luego me aparto junto a otro grupo. Los que al parecer tenían sus documentos en regla, subieron de nuevo al autobús y en el partieron, los demás nos quedamos y nos están llevando al interior de un patio grande, donde permanecemos de pie, luego de unos minutos un militar de edad avanzada ingresa al patio nos mira detenidamente casi que con desprecio y ordena que nos quitemos la ropa, todos obedecen menos yo, eso resultaba vergonzoso para mí, el viejo militar se acerca a mí y grita “ No entendió? Que se quite la ropa marica” sin darme cuenta salto y me quite la ropa tan rápido como un rayo, las risas no se hacen esperar y mi vergüenza es mayor al percatarme que una de mis medias tiene un gran agujero por donde se asoman al menos dos dedos de mi pie derecho, pero muy pronto la atención se dirige sobre otros que traen los calzoncillos rotos o los que han sido traídos de la plaza de mercado pues el mal olor de sus pies resulta desagradable.
Un hombre y una mujer jóvenes ambos y vestidos con bata blanca, entran en escena, la mujer no pude evitar una leve sonrisa al ver lo vergonzoso que resulta la situación para algunos de nosotros. Abren una puerta e ingresan a un cuarto a nosotros rápidamente nos forman en fila india y en grupos de diez estamos ingresando a ese mismo cuarto, yo quedo en el segundo grupo que ingresara, los primeros ya ingresaron después de unos minutos salen y todos estallamos en risas pues algunos tienen su pene totalmente erecto. Es mi turno estoy entrando y podre averiguar la razón, una vez dentro parado de espalda contra una pared la joven de bata blanca quien resultó ser una doctora del hospital militar muy hermosa por cierto, dice que debemos bajarnos los calzoncillos hasta la rodilla, una vez cumplida la orden se acerca al primero de la fila y de forma muy meticulosa examina sus testículos, luego su pene , corre hacia atrás el prepucio y lo observa con detenimiento, “ahora sé muy bien el por qué los penes erectos”. Ahí viene ella está parada frente a mí, su mano examina rigurosamente mis genitales igual que lo hizo
con el anterior al fin termina y solo entonces me doy cuenta que he permanecido sin respirar y que todo mi cuerpo esta rígido y tenso, ella continua su inspección mientras yo solo quiero salir de allí y ponerme mi ropa al cabo de unos minutos la doctora termina.
Estamos saliendo al patio un militar nos pide vestirnos lo hago con rapidez soy el primero en terminar y soy conducido a una sala donde otro militar me pregunta mi nombre (el cual omitiré y me referiré a mí mismo como el HALCON ya se enteraran porque razón) y lo escribió en lo que a mis ojos es un cuestionario, el militar continua haciéndome preguntas y yo dándole las respuestas hasta llenar el documento, me lo lee para verificar los datos, luego con una sonrisa un tanto maliciosa me dice “ felicidades ha sido reclutado para formar parte del Ejercito de Colombia, deberá presentarse el 17 de septiembre a las 6: 30 AM en el batallón # 13 que se ubica en puente Aranda”, 17 de septiembre justo 16 días antes habré cumplido los 17 años.
Apenas si lo podía creer yo soldado, en la guerra, eso nunca se me pasó jamás por la cabeza, estoy saliendo de ese lugar y una vez afuera me siento tan desubicado que no se si ir a casa o al trabajo, estoy caminando sin saber a dónde voy y la única pregunta en mi mente es ¿Qué voy a hacer ahora? Pero una voz me saco de mis pensamientos, era guillo (así llamare a un buen amigo del barrio) estaba parado frente a mí y me dijo con una gran sonrisa “que ǃǃǃ ¿Nos vamos pa’l ejercito parce? De inmediato fije mi mirada en una hoja que sostenía en su mano izquierda y que me mostraba agitándola, era igual a la que me había dado a aquel militar para que recordara mi cita, él también había sido reclutado, pero estuvo en otro patio contiguo, esto lo cambio todo, ahora tengo un amigo que también ira al ejército y no solo me ha llenado de valor sino que he tomado una gran decisión………… yo también iré al ejército.
Así termina mi relato sobre este día, el día en que mi vida cambio, ¿para bien o para mal? No lo sé, pero este es un día que nunca olvidare y de algo estoy seguro si en este momento pudiera ver el futuro y las cosas que me pasaran en el ejercito, yo cambiaría la decisión que acabo de tomar.
En mi próxima publicación te hablare sobre mis tres primeros meses en el ejército, tres meses de duro entrenamiento a los que todos llaman (los tres meses de mierda).
CONTINUARA PRONTO.
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