lunes, 14 de noviembre de 2011

Tres Meses de Mierda Parte # 1

Tres meses de mierda

Es el tercer día de mi aventura  y me he enterado que una compañía está conformada por 275 soldados más los comandantes y aunque nosotros somos 150 también me entere que hoy llegaran los 125 reclutas que faltan para completar la compañía, mientras tanto estamos recibiendo instrucción teórica sobre armamento, pero el hambre y el sueño eternas compañeras de los reclutas ya están a punto de vencerme, lo único que me anima es que pronto será hora de la cena y quizás pueda escaparme y buscar algún rincón lejano donde dormir unos minutos y así recobrar energías para continuar, hasta ahora el entrenamiento no ha sido duro, excepto por las largas jornadas que se extienden desde las 4 y 15 AM hasta las 12 de la noche o una de la madrugada del día siguiente, sin embargo ya nos  han dicho que la próxima semana cuando ya se incorporen los reclutas que llegaran hoy, entonces  iniciara el verdadero entrenamiento y comeremos mierda al desayuno, al almuerzo, a la comida y un poco más antes de dormir, ha dicho el Teniente Amador, (encargado de nuestro entrenamiento
).

El dragoneante Bermeo, nos está explicando algunas de las reglas y normas que rigen a los militares, sin embargo es interrumpido por un gran alboroto que se origina en la plaza de armas, un dragoneante de apellido Martínez se aproxima corriendo y le indica al dragoneante Bermeo que debemos acudir a la plaza de armas por orden de mi capitán Ordoñez, ahora estamos en marcha hacia la plaza de armas, donde el alboroto continua, es similar al que escuche el día en que llegamos a estas instalaciones, al ingresar a la plaza lo primero que veo es un grupo de jóvenes vestidos de civil formados en el mismo lugar en que formamos nosotros cuando llegamos, ellos son la causa de tanto alboroto, es una situación que se repite una y otra vez, cada que ingresan o ingresamos reclutas nuevos.
formamos a un lado de ellos, ya los dragoneantes se apresuran a dar a cada uno de ellos su correspondiente dotación que igual que la que me dieron a mí  que consiste en: Una tula o bolsa verde para guardar las pertenencias,  un uniforme color crema, un par de camisetas verdes, tres calzoncillos horribles y  de color blanco, tres pares de medias,  unas botas, una faja o correa de lona y su hebilla,  una toalla o paño, unos tenis verdes, unas chanclas, crema dental, cepillo de dientes, papel higiénico, jabón de baño, talco para los pies, betún para las botas, cepillo para limpiar y brillar las botas y una crema para darle brillo a  la hebilla de la faja o correa.
Bien, mientras los dragoneantes hacen su trabajo mi capitán Ordoñez les da la bienvenida a los nuevos reclutas y dice que una vez terminen de entregar las dotaciones se integraran a la compañía y formaremos pelotones de 36 reclutas y se hará en orden alfabético. Una vez los dragoneantes terminan se inicia la conformación de los pelotones para lo cual nos llaman por lista en orden alfabético, así pues los primeros 36 de la lista han conformado el primer pelotón, los segundos 36 el segundo pelotón y así sucesivamente, mi nombre ya ha sido pronunciado y paso a formar parte del segundo pelotón, el llamado continua, mi pelotón ya está completo y “el flaco” no será parte de el.

Mientras esto sucede yo estoy pensando en encontrar la forma de comunicarme con mi familia para decirles donde estoy  y que estoy bien, deben estar preocupados por mí. Aqui no es fácil lograr un permiso para ir a llamar por teléfono y las filas son tan largas que el poco tiempo  que nos dan para ir a usar el teléfono se acaba  mucho antes de lograr llegar a la mitad de la enorme fila de soldados que esperan para comunicarse con sus familias.
La conformación de los pelotones ha concluido, “el flaco” ahora forma parte del quinto pelotón, lo que significa que tendremos menos tiempo para hablar.
Algunos soldados más antiguos o con mayor tiempo en el ejército, ya se dirigen al comedor para la cena en medio de un gran alboroto y haciendo sonar sus platos, mi capitán Ordoñez ordena prepararnos para pasar al comedor, algo que resulta  casi humillante pues debemos formar, después de esto pasamos en fila india a recibir los alimentos, preparados por soldados y servidos por ellos mismos de mala manera, luego pasamos al comedor en donde un oficial de rango teniente nos contabiliza el tiempo, son escasos 2 minutos lo que tenemos para ingerir los alimentos que realmente están calientes, el teniente se pasea con una regla de madera en su mano, al mismo tiempo que observa cada una de las mesas del comedor, esto resulta intimidante ya que sabemos que en determinado momento, el teniente se detendrá, señalara alguna de las mesas del comedor y dirá: voy a contar hasta diez y cuando termine no quiero ver a nadie en esa mesa, la cuenta comenzara y al terminar de contar los que aun queden en dicha mesa serán  golpeados con la regla de madera en sus nalgas o en sus brazos o espalda
como algunas veces ha sucedido, otros con más suerte logran en el último momento escapar entre las mesas del comedor sin recibir el castigo que parece ser  muy doloroso lo digo porque en las noches, los he oído quejarse del dolor y definitivamente no quiero vivir esa experiencia, lo mismo sucede en las mañanas al levantarnos, todo es contabilizado y muchos de nosotros a veces no logramos más que echarnos agua en el pelo porque el tiempo que nos dan es muy corto y cepillarnos los dientes es un sueño inalcanzable.  Pero aquí en el comedor parece ser demasiado tarde,  nuestra mesa ha sido señalada por el teniente y la cuenta ya está en marcha, así que me apresuro a terminar  de comer. La cena de hoy es arroz no muy bien cocido y ya que solo tenemos un plato, sobre el arroz  nos han servido una sopa de carne  que parece lava hirviente, pero no hay tiempo que perder, debo terminar mi cena o tendré que arrojarla a la basura ya que no se permite que los reclutas abandonemos el comedor llevando aun comida en los platos, pues una vez terminamos vamos saliendo a formar y allí esperamos a que los últimos terminen para dirigirnos luego a los baños, allí lavaremos los platos y los guardaremos, para después continuar con el entrenamiento nocturno, pero yo estoy decidido a escapar esta noche hacia la central de teléfonos para comunicarme con mi familia, debo aprovechar que en la noche el control sobre nosotros es mínimo y tengo que hacerlo tan pronto oscurezca pues la central de teléfonos se cierra a las 7: 30 de la noche y además debo ser descubierto o pagare las consecuencias. Un soldado más antiguo, con el que pude hablar en horas de la mañana mientras tomábamos 15 minutos de descanso, me ha dicho que por un poco de dinero él puede lograr que yo tenga un acceso rápido al teléfono y aunque mi situación
económica es crítica le dije que si y nos veremos  cerca de los teléfonos en unos 45 minutos. Pero las cosas no salen bien  en el comedor
la cuenta a llegado a su final y yo aún no termino, la mayoría de reclutas de esta mesa ya se han largado por temor a ser golpeados con la regla de madera y solo quedamos tres sentados a la mesa, es hora de escapar pero el teniente ya está sobre nosotros el instinto hace que salte sobre la mesa en una maniobra de destreza que no creí ser capaz de ejecutar y escabullo entre las mesas tan rápido como el rayo pero rodríguez uno de mis compañeros en la mesa no tuvo suerte el sonido de la regla al hacer contacto con su trasero seguido de su grito de dolor hacen eco en el comedor pero yo no me detengo rápidamente me mezclo entre los soldados que forman a fuera del comedor, estoy agitado y tembloroso mientras mi compañeros de pelotón no pueden parar de reír al ver lo que para ellos ha sido un divertido incidente, pero para mí ha sido un gran susto. Las risas se convierten en verdaderas carcajadas ahora que rodríguez se aproxima cojeando, con una mano agarrándose el trasero, con una expresión de gran dolor dibujada en su rostro y un par de lágrimas que aún son visibles en sus mejillas, en la otra mano sostiene su plato lo que me recuerda que en mi escape he dejado mi plato sobre la mesa y no será posible recuperarlo tendré que conseguir otro, lo cual se puede lograr con dinero que es lo que m
ás escasea en mis bolsillos en este momento.
 El incidente del comedor ha quedado atrás  ya hemos guardado los plato, el mío no porque lo perdí, ahora esperamos sentados en el césped a que lleguen los instructores para dar inicio al entrenamiento nocturno, esta noche veremos embarco y desembarco nocturno de operaciones elicoportadas, pero yo me perderé parte del entrenamiento para ejecutar mi operación teléfono, debo ir rápido y regresar sin que noten mi ausencia, en este momento nos encontramos en la parte de atrás del dormitorio, sentados sobre el césped, bajo grandes árboles que en el día prodigan una gran y fresca sombra, yo comienzo a retirarme poco a poco del grupo hacia un árbol que está a unos cinco metros y que pienso usar como escudo para mi escape, logro llegar a el y me deslizo suavemente atrás de el, ahora me arrastro sobre el césped, debo alcanzar una buena distancia que impida que los dragoneantes me descubran, pero luego de avanzar unos metros me detengo y miro hacia atrás pues siento que alguien me sigue y no me equivoco, alguien más tiene planes de escapar esta noche, pero no es el momento ni el lugar para averiguar de quien se trata, así que continuo con mi plan, no tardo mucho en alcanzar una distancia segura, me pongo en pie y me dirijo hacia el dispensario médico allí me veré con el soldado antiguo que prometió ayudarme para lograr llamar a mi familia, pero unos pasos atrás de mi me obligan a detenerme para ver, que se trata de cuatro reclutas de mi compañía que igual que yo han escapado, tres de ellos son de otros pelotones y solo quieren buscar un lugar donde recuperar un poco del sueño perdido, el otro es de mi pelotón, tiene el mismo apellido que yo pero le dicen  Cachipay, no sé porque. Él si se dirige a llamar, le explico lo de mi cita con el soldado antiguo, pero él me dice que conoce una forma de lograrlo y me promete que será más económica, me explica que el soldado antiguo es solo un intermediario y que el negociara directamente con el telefonista así pagaremos menos.
Nos dirigimos a los teléfonos y en efecto Cachipay se aproximó al telefonista y le hablo en voz muy baja, tan solo unos segundos después  estoy frente al telefonista pagándole de manera muy disimulada una cantidad muy mínima si la comparo con lo que me estaba cobrando aquel soldado antiguo, por fin ha llegado mi turno de pasar al teléfono, marco el número y al otro lado de la línea mi hermana la menor estala en alegría al escuchar mi voz, pronto toda la familia está reunida alrededor del teléfono puedo escuchar los gritos de alegría, todos quieren tomar el teléfono para hablarme, al cabo de unos minutos salgo de la cabina telefónica muy satisfecho he logrado hablar con mi familia ahora saben dónde estoy y que estoy bien, también me entere que ha habido derrumbes en la carretera y tardaran en repararla así que les he pedido que no se preocupen por venir a visitarme. Me dirijo al telefonista para cancelar el valor de mi llamada mientras me percato que Cachipay está en la otra cabina efectuando su llamada, lo espero y juntos emprendemos el camino de regreso a la compañía. Todo salió bien.

Han trascurrido un mes y quince días desde que llegue aquí, y tal como lo anunciara  hace unas semanas atrás mi teniente Amador, literalmente estamos comiendo mierda, los entrenamientos cada vez son más duros, desde muy temprano iniciamos con entrenamiento físico, bajo un fuerte sol, luego sin bañarnos continuamos con instrucción teórica, hasta el medio día, en la tarde nos enseñan a marchar, ya que en una semana se realizara la ceremonia de entrega de armas, allí nos entregaran a cada uno el fusil que nos acompañara durante todo el servicio militar, durante esta ceremonia debemos marchar al ritmo de la banda militar y debemos hacerlo de forma impecable
Hasta ahora no he recibido visitas de mi familia, la mamá del “flaco” ya vino en una ocasión y mi familia aprovecho su viaje para enviarme algunas cosas, los otros domingos que no hemos tenido visita, los pasamos dando vueltas por el batallón, la mayoría de nosotros ya no tiene dinero para comprarnos ni siquiera un fresco así que ante la sed que produce este calor infernal, tenemos que caminar hasta un pequeño riachuelo que pasa a unos 70 metros de nuestro dormitorio, aunque extrañamente su agua es cristalina en el fondo de él se puede ver gran cantidad de basura y desechos de comida pues en el caen todas las aguas y desechos del comedor de tropas, por esa razón nos han prohibido beber agua de el, pero no tenemos otra opción el agua es muy escaza aquí. Otra cosa a la que he tenido que acostumbrarme es a los constantes robos entre nosotros mismos ya varias veces me han robado la sabana y la toalla y he tenido que conseguirlas por la misma vía, también se dan muchas peleas, yo ya he tenido unas cuantas y la última vez no me fue nada bien, me enfrente a golpes con un soldado al que apodan Pajuelo, asi se le dice a quien se masturba mucho, pero en realidad le dicen así por su aspecto no porque a alguien le conste, es que es exageradamente flaco, un agresivo acné le cubre toda su cara y siempre lleva su uniforme echo un desastre , la pelea se originó porque me llamo negro marica, yo soy negro, de contextura gruesa y un metro setenta y uno de estatura y ante esta ofensa pensé para mí mismo que no me tomaría más de unos cuantos segundos darle su merecido al debilucho Pajuelo, valla error más grande el mío pues mi exceso de confianza y las fabulosas habilidades para pelear del soldado Pajuelo no solo me dejaron una gran enseñanza “no debes subestimar a tu oponente” sino que también me han dejado un ojo inflamado y un gran recuerdo ya que aunque ha pasado más de una semana desde entonces aún me duele la mandíbula cuando voy a comer……….
Continuara.................

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