lunes, 21 de noviembre de 2011

Tres Meses de Mierda Parte # 2

Entrega de armas
Lo bueno o lo rescatable de mi pelea con el soldado Pajuelo es que ahora somos muy Buenos amigos, eso es algo muy común en esta compañía los soldados nos peleamos y luego surge una buena amistad.
El entrenamiento continua pero ahora tengo algunas dificultades porque un suboficial con el grado de Cabo a jurado que me hará desertar de las filas del ejército, esto porque siempre encuentro la manera de no cumplir sus órdenes, al menos no como el desea que las cumpla, por esta razón no desaprovecha cualquier oportunidad para castigarme con severidad, el ultimo castigo lo sufrí ayer, luego del almuerzo, pues después de una mañana de intenso entrenamiento físico las botas de todos nosotros lucían sucias y sin brillo, pero el Cabo cuyo apellido es Nieto, solo se fijó en mis botas y uso el hecho como excusa para castigarme, empezó por ordenarme que me acostara en el piso y que girara rápidamente sobre mi cuerpo, esto con el fin de hacerme vomitar el almuerzo, al ver que no lograba su misión decidió aplicarme un castigo al que llaman suplicio chino, que consiste en agacharse sin doblar las rodillas hasta  poner la cabeza sobre el piso luego las manos van a la espalda y el cuerpo queda sostenido sobre la puntita de los pies y sobre la cabeza, en cuestión de poco tiempo según los conocedores del tema, esto provoca que la sangre baje y se acumule en la cabeza, produciendo un gran dolor y la sensación de que la cabeza estallara. Y no están tan lejos de la realidad, porque al poco tiempo de estar en esa posición mi cabeza se ve sometida a una gran presión, acompañada de un intenso dolor. El castigo dura hasta que el soldado humillado y devastado se rinda ante su verdugo, pero mi orgullo no me permite rendirme tan fácil y menos humillarme ante otro ser humano, por eso a pesar del dolor que era insoportable  logre resistir y fue el sonido de la corneta indicando que era hora de pasar al comedor, la que al  final puso fin a mi duro castigo, al escucharla el Cabo Nieto ordeno
: póngase de pie recluta, todos vallan por sus platos y formen frente al comedor, yo aun permanecía en el piso esta vez de rodillas, desde esa posición supe que si me ponía en pie caería porque estaba mareado, mi cabeza parecía ser tres veces más grande de lo normal, al menos así lo sentía yo. Antes de retirarse el cabo lanzo una última mirada sobre mí y lanzo una nueva amenaza: yo le voy a quitar ese orgullito marica, me escuchó recluta hijueputa? Termino diciendo y se marchó en dirección al comedor de tropa. Luego de un tiempo me pude poner en pie, pero no fui a comer, el dolor en mi cabeza era insoportable y sabía que iba a necesitar una Aspirina o algún otro medicamento para calmarlo y así fue, con la ayuda del dragoneante Bermeo pude acudir al dispensario médico y allí me proporcionaron medicina contra el dolor.
Eso fue lo que ocurrió ayer por eso desde hoy voy a tratar de andarme con mucho cuidado para no tener más encuentros de este tipo con este Cabo de mierda.

Jueves 7 de noviembre 4 de la mañana. Han pasado varios días desde el último incidente con el cabo y por fortuna no ha habido más, hoy es el día que todos hemos esperado con mucha ansiedad, hoy por fin será la ceremonia de entrega de armas, por eso nos hemos levantado más temprano que de costumbre para darle brillo a las botas y preparar el uniforme, las visitas están autorizadas pero mi familia no vendrá es una situación difícil para ellos y para mí, pero lo entiendo y agradezco el apoyo que me brindan desde casa, los dragoneantes nos ayudan con los últimos detalles ellos también están entusiastas. Todo está listo, pasaremos al comedor para desayunar.
La ceremonia es a las 11 de la mañana pero antes haremos algunos ensayos, hay mucha alegría entre nosotros hoy concluye una gran etapa y solo nos restara un mes más de mierda que habrá terminado cuando hagamos el juramento ante la bandera, entonces dejaremos de ser reclutas para convertirnos en soldados, verdaderos soldados de Colombia. Una gran voz a través de un micrófono nos indica que debemos formar y prepararnos porque va a dar inicio la ceremonia, una gran multitud de personas vestidas con ropas de civil se aproximan a la gran plaza, se trata de familiares y amigos de mis compañeros reclutas, resulta difícil distinguir entre la multitud quien es quien. La ceremonia da inicio con una breve alocución de mi coronel el comandante del batallón Serviez, que luego da paso a la marcha, es algo realmente emocionante estamos marchando frente a una multitud de personas que siguen atentos nuestros movimientos. Como quisiera que mi padre estuviera aquí o alguien de mi familia, eso me haría sentir muy feliz y más orgulloso de lo que ya estoy. Poco a poco y según lo planearon los comandantes, vamos regresando al lugar en donde empezamos la marcha, quedando formados frente a la tarima, justo frente a los altos mandos y de allí vamos pasando en fila india para recibir el fusil, los familiares que se hicieron presente en el batallón tendrán la oportunidad de hacer entrega del fusil a sus familiares reclutas, los reclutas que igual que yo no tienen un familiar presente para que haga la entrega del fusil, entonces recibiremos el fusil de manos de unas hermosas jovencitas de un colegio de la ciudad de Villavicencio y que amablemente aceptaron ser parte de la ceremonia. Bien es mi turno debo tomar mi fusil y regresar a mi lugar en la formación, pero extrañamente la chica que debe hacerme entrega del fusil se tarda un poco así que un militar cercano toma rápidamente el fusil y vigorosamente lo extiende para que yo lo tome, que mala suerte la mía, ya que mi familia no pudo venir tenía el consuelo de que alguna de estas hermosas chicas me entregara el fusil pero en fin qué m
ás da ya tengo mi fusil, un fusil galil calibre7.62 de fabricación israelí.
                      
Ahora regreso a mi lugar a esperar que los demás lo reciban luego lo guardaremos y saldremos a compartir con las familias bueno los que tuvieron la oportunidad de tener a sus familiares aquí el día de hoy, yo me quedare en el dormitorio el ver a mis compañeros con sus familias y no tener la mía cerca me entristece. Los últimos ya han recibido su fusil y ya están de regreso en la fila, mi coronel ordena al comandante de la compañía que nos lleve hacia el dormitorio para que guardemos los fusiles y salgamos a compartir con las familias.
Una vez guardamos los fusiles los dragoneantes nos ordenan formar para dirigirnos al área de visitas yo de inmediato solicito permiso para salir de la fila y explico que no deseo acudir a las visitas. El permiso me es concedido y me retiro al dormitorio, busco mi cama y me recuesto en ella pero solo unos minutos después de hacerlo
el flaco ingresa al dormitorio me dice que su mamá ha venido a visitarnos a los dos y que ha traído algunas cosas para mí pero estoy muy triste, hace unos minutos atrás el hecho de que mi familia estuviera lejos no me afectaba mucho pero ahora en la soledad de este inmenso dormitorio parezco derrumbarme ante la ausencia de mis seres queridos, nunca antes he estado separado de mi familia.  “El flaco me anima me diciendo: recuerda lo que dijo un día mamá que debemos regresar juntos o no regresar, eso  es porque para ella tu eres de la familia y mamá se sentirá muy mal si no sales a saludarla termino diciendo. Ahora sus palabras están teniendo un gran efecto en mi estado de ánimo, si tienes razón flaco vamos, respondí incorporándome casi de un salto. Nos estamos dirigiendo hacia el área de visitas, realmente hay mucha gente y aun así el  “el flaco” me señala un gran árbol y aunque está lejos puedo reconocer a la mamá de él, que está sentada junto a ese árbol, al acercarme, ella como siempre me abraza con gran cariño, pero de manera inesperada dos mujeres salen de detrás de aquel árbol y me alegría se desborda se trata de mis hermanas, la menor y la mayor, corro hacia ellas y las abrazo con fuerza esta sorpresa no me la esperaba y mi tristeza acaba por disiparse. Nos sentamos sobre el césped, hay muchas cosas que contar y el tiempo es realmente corto, mi padre me ha enviado una carta que me apresuro a guardar, la leeré más tarde en el momento apropiado. Mis hermanas han traído alimentos, la comida del batallón no es muy buena así que los alimentos traídos por mis hermanas me saben a gloria. Mis hermanas quieren saber cómo es mi vida en el ejército y como la he pasado, pero no voy a preocuparlas contándoles lo duro que ha sido este tiempo aquí, por el contrario invento historias maravillosas y les hablo de una gran camaradería que en realidad hasta el momento no existe entre nosotros los reclutas, pero el tiempo vuela y antes de poder terminar mis historias, el sonar de la corneta anuncia que el tiempo de visitas a terminado y los soldados encargados de mantener el orden en las visitas empiezan a indicarle a las familias que deben desalojar las instalaciones y dirigirse a la salida. Unos pocos minutos bastan para que el flaco y yo nos despidamos de nuestras visitas que se alejan y desaparecen entre la multitud, ahora estamos regresando hacia el dormitorio.
CONTINUARA
Proximo episodio TRES MESES DE MIERDA EL FINAL
En la proxima entrega les contare sobre el juramento de bandera, el final de los tres meses de mierda y el comienzo de la verdadera pesadilla.


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